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Un régimen de aniquilación nacional
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¿Una cortina de humo?



El PSOE ha dado la máxima importancia en su último congreso a la ampliación del aborto, a la eutanasia, al voto de los inmigrantes en las elecciones municipales y a la Educación para la Ciudadanía que debe reproducir esos contenidos entre las nuevas generaciones.

El PP se ha tragado la versión oficial del 11-M, ha declarado que ya no hay discrepancias de fondo con Zapatero en cuanto a la lucha contra el terrorismo y ahora espera que el Tribunal Constitucional ratifique el Estatuto de Cataluña para “acatarlo”. Y como guinda del pastel, opina que la ofensiva del PSOE sobre el triple eje del aborto, el voto inmigrante y la eutanasia es una simple cortina de humo de la crisis económica. Con ello, el PP oculta la naturaleza profunda del régimen del que forma parte: un régimen de aniquilación nacional.



Esta naturaleza no sólo se ha puesto de manifiesto mediante el reconocimiento de los nacionalismos antiespañoles como corrientes legítimas, la desarticulación institucional que permite alzar “naciones” contra la Nación española, la permisividad con la chulería del separatismo terrorista, la erradicación de la lengua común de los españoles en regiones enteras… También incluye ahora un nuevo paso en la promoción del aborto como herramienta de genocidio de generaciones futuras de españoles; la eutanasia, como devaluación de la vida de muchos de nuestros compatriotas, estigmatizando como “indigno” el deterioro físico o incluso la discapacidad. Y el voto inmigrante como raspado del contenido político de la nacionalidad, hasta equipararla a la residencia por cuestiones laborales. Todo ello en la línea de la disolución física del pueblo español.



 

El fundamento ideológico: el  “derecho a decidir”



En la base estos proyectos está la ideología individualista del liberalismo degenerado, según la cual  el Individuo es un ente asocial y universal, armado con derechos anteriores y superiores a toda adscripción comunitaria –los Derechos del Hombre, eufemismo de los derechos del Burgués–  y con un concepto de libertad negativa, frente a toda intromisión del Estado. La variante progresista de esta ideología, que empapa al zapaterismo, es simplemente una radicalización de sus contenidos más abstractos y antisociales. Aporta una cabal expresión de la etapa de barbarie en que ha entrado el conjunto del sistema. Así, Bibiana Aído, ministra de la Ideología de Género, puede afirmar que lo masculino y lo femenino carecen de basamento sico-físico y son únicamente “roles culturales” impuestos por la dominación del Patriarcado, ese pecado que arruinó el originario paraíso de las amazonas.



El rechazo de toda noción racional de orden supraindividual se descompone en relativismo y la política se reduce a un “consenso” entre pulsiones nihilistas y al engaño masivo. Un hedonismo desaforado alienta el rechazo ético, e incluso la repugnancia estética, ante los hechos inevitables de la decadencia física y de la muerte.
 


De aquí se deriva igualmente la exigencia radical del “derecho a decidir”: sobre el propio cuerpo –interrupción del embarazo– y sobre la propia vida –eutanasia–. Como es de ver, aquí se elimina todo vínculo de pertenencia comunitaria, con su corolario de obligaciones y auténticos derechos políticos. Al Estado sólo le correspondería reconocer los “derechos a decidir” de los individuos soberanos y asistirlos. El ministro de Sanidad, Bernat Soria, acaba denominando socialismo al individualismo burgués más putrefacto: “El Partido Socialista dice: el propietario de tu cuerpo eres tú. Tú eres quien toma decisiones. Eso es ideología socialista”.



Además, el “derecho a decidir” del Individuo se emparenta con el reconocimiento wilsoniano del “derecho a decidir” de “los pueblos”, y ya tenemos la claudicación ante toda suerte de movimientos de reacción etnicista y racista y la alianza con ellos.

 



Intereses subyacentes: los del Capital



Los intereses sociales a los que sirve este proceso se identifican fácilmente. Ampliación del aborto y voto inmigrante favorecen la estrategia del Capital, que promueve crecimientos demográficos negativos para reemplazar las poblaciones laborales autóctonas por mano de obra inmigrante. Ambos constituyen un formidable ataque a los derechos conquistados por las generaciones anteriores. La eutanasia pretende incentivar un alivio de la presión sobre la sanidad pública y un aligeramiento de la carga de las pensiones. Y para el régimen al completo es necesario que los españoles aceptemos nuestra aniquilación nacional sin rechistar. De aquí la importancia del planteamiento del PSOE, que disfraza de 'derechos' lo que no es sino nuestro propio sepelio como pueblo.



El régimen tiene un plan sobre población que en la actualidad se instrumenta perfectamente con el engendro de la “alianza de civilizaciones” y los nuevos proyectos del PSOE.  El régimen no necesita pueblo español. Precisa tan sólo pobladores, es decir, mano de obra de función indeterminada. Y, para ello, lo mejor es importarla, aliviando de paso las presiones que esa misma población ejerce sobre autócratas como Mohamed VI, ese gran amigo de nuestro rey. Mientras, la tasa de natalidad española no alcanza siquiera a la tasa de reemplazo, lo que significa que a la vez que se incrementan los pobladores de origen extranjero, se reduce la población de origen nacional. Ése y no otro es el objetivo del “multiculturalismo” y de la mencionada alianza con nadie. Y se piensa complementar con nuevos estímulos a la no reproducción de los españoles y apresurando su  muerte cuando no sean  “socialmente útiles”.

 ¡Hay que pararles los pies! ¡Hay que derrocar al régimen de aniquilación nacional!